lunes, 23 de febrero de 2009

Un nuevo día y un regalo inesperado


Una rosa, Yo y mi amado.

Es un nuevo día y una pequeña lluvia de verano, inunda mi barrio, es una rara sensación, además es extraño, muy extraño, pero mi mente viaja añorando un poema reciente.

Cuando te atreves a tocar ¡Mi piel!
Muestras, un gran valor…
Pues debes saber, que ni con ¡El pincel!
En mí, causas ningún dolor…

Recuerdo que desde unas semanas atrás, todos los días, al ir al trabajo en la puerta de mí departamento, encontraba una nota y en ella decía:

-Que tengas un buen día, y que por cada persona que veas, mí corazón se acerca más al tuyo… piensa en mí, solo en mí...-

Siempre era igual, notas similares encontraba todos los días junto a una rosa, que desprendía un agradable aroma, eso era tan común que no me sorprendía. Pero, un día, dejaron de aparecer las notas, incluso ninguna rosa. Extrañaba a mí acosador, era tan lindo sentirse perseguida.

Ya ha pasado una semana, desde la última rosa recibida, hoy es 14. Había rechazado las invitaciones de varios amigos y amigas para ir de fiesta a algúna disco de Lima. Yo preferí permanecer en mí departamento, en espera de mí acosador, sabia que él vendría, lo presentía, mí corazón latía con fuerza eran las siete de la noche y ningún sonido, ninguna timbrada al celular, la película ya terminaba yo empezaba a arrepentirme de mi decisión de no salir. Eran las 10 de la noche y cuando me disponía a dormir con el corazón destrozado los ojos rojos, cansados de tanto leer una y otra vez “Love History”

Cuando, inesperadamente alguien toco a mi puerta, primero dude en abrir. El toque había sida tan suave, tan imperceptible, que dude si era real, pero luego fue más insistente, así que me decidí y abrí rápido…

No había nadie, al fijarme en el piso pude ver una de las notas, junto a la rosa que siempre encontraba todos los días, la recogí empezaba a abrir la nota, cuando escuche unos pasos y una respiración agitada, acaso era posible que él, este todavía aquí.

Entonces fui hacia el origen del sonido, al terminar el pasadizo y cruzar, solo pude ver una sombra fugaz dirigirse hacia la salida. Pero esta vez no se me escaparía, esta vez sabría quien era. Así que muy decidida lo seguí, salio hacia la calle, intento correr, pero pude ver su rumbo. Entonces, decidí tomar un atajo, calculando la dirección hacia donde se dirigía…

Me pare enfrente de él diciéndole –Esta vez no te escapas-

Él se sorprendió de mi determinación, la luz de la calle era casi nula, no podía distinguir su rostro, solo pude ver una sonrisa torcida que con voz ronca dijo:

-Lo siento señorita se ha equivocado de persona, yo no la conozco. Perdón, pero tengo prisa-

Él intento apartarme, pero yo no estaba dispuesta a dejarme engañar tan fácil, así que lo sujete por su chamarra y lo arrincone hacia donde se podía ver mejor su rostro viéndolo decidida le dije:

-No me tomaras por tonta, se que eres tú, él de las notas. ¿Que honda conmigo? no me gusta que me vacilen-

Le dije todo eso, de una buena vez, él permanecía con la cabeza gacha. Maldición pense yo, no podía verle bien el rostro. Pero luego de un rato en el que permaneció en silencio levanto el rostro y mirándome directamente a los ojos dijo:

-Te quiero, siempre te he querido, desde el colegió recuerdas, soy yo…el que se sentaba al lado tuyo en el salón, el que te daba las respuesta en los exámenes-

Esa confesión me desconcertó, al verlo bien; lo recordé, era Arturo mi compañero de travesuras con el que copiábamos los exámenes y con el que tuve un fugaz romance escolar; ahora era más alto, sus músculos eran firmes pero mantenía esa mirada tierna que me agradaba, desconcertada lo solté.

-Siempre fuiste así, por eso te quiero me agrada tu decisión y determinación…- dijo él.

-¿Por qué hiciste todo eso? ¿Por qué no fuiste directo?- le pregunte.

-Pensé que me rechazarías. Además no sabia si habías cambiado, si te das cuenta trabajas en lo que no te gusta, y pensé que quizás… habías cambiado en todo-

Ya casi no escuchaba sus palabras, el recuerdo del pasado se apodero de mí, e intentando parecer casual conteste – No digas tonterías, ven vamos a buscar un helado-

-Como siempre comiendo helado de noche…-exclamo él, pero al avanzar unos pasos me jalo del brazo y sin que yo se lo permitiera me dio un beso, cerré los ojos disfrutando de la sensación y correspondí con igual pasión…

Luego de ese largo beso me soltó yo le di un ligero golpe en el estomago y sonriéndole picara dije.

–Aún no son las doce, aún… es el día del amor…-

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